miércoles, 31 de octubre de 2012

Dende aquela


"Olla a choiva pola rúa laio de pedra e cristal"

NI PUEBLO SIN CULTURA, NI CULTURA SIN PUEBLO

—¡Mamá, quiero ser artista!
—No digas tonterías, niño.
—Bueno... ¿al menos me compras un libro?
—Que sepas que estás castigado.

Siglo XXI

—Hace tiempo que no hablamos. 
—Cuando el príncipe no contestaba a los mensajes, la princesa lloraba en una flor.
—Y mientras, el príncipe, batallaba contra los de Movistar para que le dieran un móvil que no se rompiera por una brizna de viento.
—Qué cutre.
—Ya, tú querrías que fuera un "mi paloma mensajera se ha roto un ala".
—Pues sí.

Me voy a diagnosticar resfriado de la conciencia

La lettre d'explication

La vida se suelta de la correa y se escapa. Yo corro tras ella, pero es más rápida. ¡No puedo perderla!, pero sé que no la alcanzo por mucho que me esfuerce. Me siento en al lado de un árbol y me quedo mirando como se va.

martes, 23 de octubre de 2012

Vidas ajenas (lll)

Javier quiere la independencia. Como jefe de su vida puede decidir. Y así lo hace. Cuenta con el apoyo absoluto de su gente, que solo es él. Nadie le impide sus propósitos así que ya no le apetece tanto. Baja a tomar un helado. Si eso no es la independencia, algo se le parece.

Vidas ajenas (ll)

La luna alumbra el cielo y deslumbra la tierra. Alex la mira embobado. No le gusta la luna, le parece la luz más fea del mundo. Tétrica. Quiere apagarla. Lleva pensando en eso en sus diez años como electricista. Tras meses de intentos para acabar con esa luz del diablo, sin resultado, decide cerrar los ojos.

Vidas ajenas.

La señora Manuela, arrugada por el paso de los años, apoya el cristianismo hasta la muerte (y más allá). Cada día va a la iglesia esperando algún milagro del Señor o que alguien le escuche.
Lleva viúda más de cinco años y su única distracción es ir al parque más cercano y dar de comer a las palomas. No vaya a ser que alguna de ellas sea el espíritu santo, o su marido reencarnado, nada se descarta.

miércoles, 10 de octubre de 2012

El problema.

El problema, querido, es que nuestras conversaciomes acaban en un "hasta otra" y no con un beso de pasión. Bueno, quien dice "nuestras conversaciones" dice la única que tuvimos. Ese el problema. Nieztsche estaría de acuerdo conmigo.

Fechas marcadas.

Hoy, día 9 de octubre de 2012 me han dicho que soy una persona muy agradable. Desde luego, lo que hay que oir...

martes, 9 de octubre de 2012

Fortuna y suerte.

Dejó de creer en el horóscopo cuando leyó en su signo "hoy la música te traerá problemas", minutos antes de ser arrollado por un camión al cruzar la carretera con los cascos puestos.

miércoles, 3 de octubre de 2012

En el cinismo melancólico de ambos.


El caos de la imaginación.

Supo que los escaparates de las tiendas le miraban asombrados y espectantes cuando uno le guiñó el ojo. Hacía ya tiempo que suponía que él era el centro de algo. Quizás no del universo, ni del mundo si quiera, pero sí de algo grande e importante. De alguna maldad tramada por los hombrecillos que caminaban habitualmente por el asfalto, de la grava que formaba los caminos que él recorría cada día,  con alguna intención que él no conseguía descifrar.
 Pensó en correr, pero en seguida se dio cuenta de que eso no serviría de nada. No podría escapar de la ciudad, ni de sus anchas calles con olor a humanidad. 
Fuera en la dirección que fuera se encontraría con lo mismo, así que decidió avanzar con la cabeza bien alta, devolviéndole los guiños a los escaparates. Algún maniquí le mostraba inferencia, pero sabía que cualquier tipo de gesto formaba parte de un plan, un plan contra él. El asfalto lo saludaba con gran hipocresía, pero no conseguía que cambiara de actitud. Se iba haciendo de noche al mismo tiempo que las farolas, con las que se llevaba realmente bien, se iban encendiendo.
Daba igual, de todos modos, hoy no estaba de humor.
No era para menos cuando en su boletín escolar llevaba ocho suspensos. Su maestro había añadido un comentario informativo para sus padres.

"El chico no se concentra, tiene demasiada imaginación".

¿Por qué demasiada?— preguntó al profesor cuando lo leyó.
—Anda, vete a casa, Ricardito.

Y salió de la clase con el paraguas abierto porque de los labios del profesor salía una tormenta tropical.