miércoles, 18 de marzo de 2020

Para los olvidados

Que no os engañen,
Entre las risas de los demás es complicado vernos pero os veo,
ahí estáis muertos de hambre,
muertos de rabia,
muertos de apatía.
¿Qué queréis comer? Decidme. ¿A dónde queréis ir? ¿Que no queréis hacer? ¿Qué hacemos? Decidme. Dime, dime. Acércate.

No, lejos de las redes sociales, en mitad del mar abierto. Aguas internacionales. Encontrémonos allí para recordarnos los unos a los otros que estamos muertos porque hemos querido matarnos desde que una fuerza imparable ha pesado encima de nuestras cabezas desde que somos raíz. Estamos muertos pero queremos comer y queremos amar igual que aquellos que ríen. Aquellos.

Dejadnos dormir hasta que la necesidad de ser otra persona y vivir otra vida nos despierte y nos obligue a movernos. Que a veces queremos otra carne para arañar otra cárcel que no sea la nuestra.

No me empujéis hacia esa multitud que no puede caminar en el fango, quienes tropiezan entre su propio barro y cuando caen no se revuelcan en él.
Estoy en una multitud que grita mientras susurro y que se calla cuando silbo. No hay un nosotros. ¿Qué está pasando?

Pues me esculpiré una vez más para poder seguir en el museo, para que otros nuevos turistas lleguen y hablen de mi mármol con tintes intelectuales creyendo decir algo en vez de limpiarme con un pañuelo tibio los pies que es donde nace la esencia de todas las estatuas.

Pero no estoy parada y a veces me convierto en fuego para recorrer vuestros hogares: vuestras entrañas. Echando carbón ardiendo a donde apunta vuestro fuelle para que alimente las llamas que nos calientan a todos nosotros, a los muertos de hambre.





viernes, 24 de mayo de 2019

La otra

Hay una muchacha de pelo negro mirándome desde las esquinas de mi habitación. Se acuesta en mi cama a las cinco de la madrugada, me coge el móvil y elige una canción para que escuche. La muchacha se llama así: la muchacha. Empieza a hablar por encima de la canción y nunca se calla. Me habla a mí, a mí. Yo intento escuchar la canción pero la escucho a ella.


"Te estoy hablando a ti" 
Vale.
Si ve que no le hago caso me cruje la espalda, me pellizca las piernas. Habla mucho y yo me muero de sed. Ella me trae un vaso de agua para que siga escuchándola.  
La muchacha vivió las dos guerras mundiales y no para de alardear de ello mientras yo imagino que mi cabeza es un búnker anti-misiles destruído por un gran misil anti-bunkers. Y me cago en Dios. 
Me cuenta como sobrevivió a bombardeos, me cuenta mentiras. 
—Eso no es verdad—le digo. 
—Sí que lo es. 
—Vale. 
Y lo único que puedo hacer yo es beber agua. 

viernes, 22 de marzo de 2019

Pictórica

La ceguera de los insectos
el mutis de la montaña.
Vamos, no seas tímida niña,
no todo el rojo tiene que ser sangre
ni tus ojos dos fuentes negras.

sábado, 19 de enero de 2019

Sin alubias mágicas

Tengo un gigante malvado,
que no existe,
sentado en el pecho;
diciéndome que es real.

Humanidad

A veces creo que no le digo al otro que me importa por miedo a mostrarme vulnerable mientras el otro, por su parte, no me pide que me quede por temor a parecer indefenso. Urge una solución al respecto. Porque el final suele ser este: un adiós rompe el silencio. Y nos marchamos.




martes, 8 de enero de 2019

Abramovic

El suicida se llena la boca de confeti para que el disparo sea jodidamente impresionante.